...hace frio...

A veces hace frío,
tanto frío
que no cabe en las manos el nombre de una rosa.
Entonces llego a ti desafiando
el mundo que te ignora
y como alguien
que sabe que te ama y no conoce
todavía la infancia de tus pasos
ni tu aliento de hiedra ni el demonio
nocturno de tu sangre,
como alguien que te sabe con los labios elásticos
y un temblor de humedal entre las piernas
me hospedo en tu mirada, en la erosión
de una llama incruenta.
Y mientras dejo atrás todas las sombras
de las viejas guaridas, mientras cruzo
por los campos minados y tan sólo
los últimos rescoldos me señalan
la ruta de tu cuerpo
hago un acto de fe,
guardo la luz,
los pájaros,
tus ojos…,
al tiempo que repito muy despacio,
sin tocarte, tu nombre.
Y es que hace a estas horas tanto frío
que no cabe en las manos el calor de una rosa.

Vicente Martín Martín.

Mejor con F11.