La mayoría de pueblos de la Sierra de Francia, conservan muchos rincones y fachadas, prácticamente intactas desde los siglos XVIII y XIX.
Este entramado urbano y sus personales características arquitectónicas, con abundancia de madera y granito, en callejones y pasadizos para unir espacios enrevesados, hace de esta zona, una de las más conocidas y visitadas, de toda Castilla y León.