En poco más de dos siglos de existencia, la Plaza mayor, regalo borbónico a la ciudad, ha sido zoco y ágora, paseo giratorio en opuestos sentidos de caballeros y señoritas, noria de ocio, plaza de toros y ajedrez viviente, escenario retórico de exaltación política y poética, teatro y balcón, solarium de entretiempo, corro de jubilados, reloj y multicentro.
(Aníbal Núñez)